Hoy desde hace treinta años que vivo contigo, despierto a tu lado todos los días. Abro los ojos y quisiera decir que eres lo primero que veo, pero la verdad es que veo el reloj digital. Sigue igual de horrible y suena tan escandaloso como cuando lo compraste. Desde hace treinta años que me impregna tu aroma cada mañana y la verdad es que ese aroma me acompaña todo el día; como si mis narinas estuvieran saturadas de él. Hoy hace treinta años que te juré amor eterno y la verdad es que no sé si será eterno pero de que hay amor hay amor. Todo sigue igual y no hay nada que hacer.
A pesar de todo hoy te extrañé. Extrañé tus "buenos días mi amor" por inútiles que me parecieran. A pesar de que estaba arrinconado muerto de frío y sin cobija como siempre (siempre me destapabas en las madrugadas para enrollarte toda la cobija... ¿recuerdas?). Ahí estaba yo. Acurrucado con las manos entre las rodillas, desperté. Abrí los ojos y por primera vez en más de veinte años tuve ganas de volverme para acariciar tu rostro. Pero al voltear me encontré con una desconocida. No estabas. En tu lugar había una mujer avejentada. Con un rostro surcado por los años, pálido. No eras tú.
Estaba a punto de entrar en pánico por esa desconocida con la que compartía mi cama. No podía estar usurpando tu lugar. Alguien había cambiado la belleza de tu rostro por esa cara. Cansada, casi sin vida. Estaba a punto de gritar de la desesperación, pero algo me detuvo. Abriste tus ojos. Esa mirada, tan dulce y tierna como la primera vez que te vi. Clavaste tus ojos aceitunados sobre los míos y sonreíste. Era tu sonrisa. Eras tú, pero estabas tan distinta. Yo suspiré, y tú sólo dijiste: "Buenos días mi amor".
A pesar de todo hoy te extrañé. Extrañé tus "buenos días mi amor" por inútiles que me parecieran. A pesar de que estaba arrinconado muerto de frío y sin cobija como siempre (siempre me destapabas en las madrugadas para enrollarte toda la cobija... ¿recuerdas?). Ahí estaba yo. Acurrucado con las manos entre las rodillas, desperté. Abrí los ojos y por primera vez en más de veinte años tuve ganas de volverme para acariciar tu rostro. Pero al voltear me encontré con una desconocida. No estabas. En tu lugar había una mujer avejentada. Con un rostro surcado por los años, pálido. No eras tú.
Estaba a punto de entrar en pánico por esa desconocida con la que compartía mi cama. No podía estar usurpando tu lugar. Alguien había cambiado la belleza de tu rostro por esa cara. Cansada, casi sin vida. Estaba a punto de gritar de la desesperación, pero algo me detuvo. Abriste tus ojos. Esa mirada, tan dulce y tierna como la primera vez que te vi. Clavaste tus ojos aceitunados sobre los míos y sonreíste. Era tu sonrisa. Eras tú, pero estabas tan distinta. Yo suspiré, y tú sólo dijiste: "Buenos días mi amor".
6 comentarios:
Te quedó muy padre :D Siempre me he preguntado qué se sentirá estar con la misma persona por tanto tiempo. En mi estado de inexperiencia actual, como que es un prospecto bastante distante... Porque si, en algún momento uno probablemente se pregunta cómo llegó hasta ahí...
Me dejaste pensativo jajaja
No quiero que pase el tiempo, no quiero sólo decir "beunos días!", pero me encantó el texto, Chio tienes un arte
Ay nena... es muy dulce, y triste y poético (como lo que tú escribes en general). Pero en general me deja la sensación de tristeza, porque por un momento te vuelves desconocido para ese otro con el que compartes la vida... para ese otro que no reconoce sus propias arrugas y su propio cansancio... made me sigh
Geo
Muy poético Chío, me hiciste llorar :'(
Comenta en mi blog ¿no?
Está bonito...jaja sin embargo no pude evitar reírme cuando lo leí, pues me trajo a mi mente una tira de Quino que básicamente toca el mismo tema.
Wow, que sentimental chio, sigue asi y publicaras un libro de sanborns de esos pa cortarte las venas jajaja (es broma eeeee).
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