Siempre vendrán tiempos mejores, eso dice la gente mayor; pero en los cuantos años que llevo de vida he descubierto que en "tiempos mejores" también es posible que no seamos capaces de resolver nuestras interrogantes. No encontramos el por qué de esa loza ardiente que cargamos como vida. Ese bagaje que nos incauta la alegría y nos deja secos y marchitos cual rosales en desierto.
También los he escuchado decir no siempre se gana, y a veces se pierde, como si la amnesia de lo ingrato, fuera una condición que duele pero no lastima.
Exhalaciones de tiempo están surcando mi piel, y observo el cómo se me va la vida mientras voy corriendo tras de ella. Me convierto en un simple espectador, y me convierto en una lastimera muestra de melancolía e indiferencia, porque descubro que eso que llaman vida cada vez depende menos de nosotros, no nos dan a elegir.
Escucho sólo incoherencias en este candor tortuoso que llaman vida (sin ti) y sin gloria nos desplomamos como soldados de tierra bajo las aguas que derriten sus delgadas filas. No sé si te debo conocer para encontrarte. No sé si con el sólo elixir de tu existencia baste, pero me demuestro tan indefensa e insaciable que no quiero dejarlo ir... Y salgo corriendo tras ese pensamiento que me destierro yo misma de esas tierras paradisíacas que me invitan a sentir. Un sentimiento carnal controlado por deseo o un deseo carnal controlado por un sentimiento... Un deseo de ti...
Quien fuese hierro para deformarse con el fuego y transformarse en solidez. Quien fuese hierro para no sentir.
Quien fuese tú.
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