viernes, 19 de septiembre de 2008

Me quebraste la sonrisa

¿Cómo le enseñas a un corazón a ser amado?
Nada es fácil. Ni las sonrisas, ni las miradas, ni los abrazos
A un corazón sediento de ternura le diste dulzura para beber, le arropaste en tus brazos y le protegiste del cruel invierno de tu sombra.
Sabía mis riesgos, como aquel condenado a muerte que camina por el pasillo que le llevará hacia su lecho de muerte. Así caminé hacia ti, hacia tus brazos. Tus palabras que eran dulces se clavaron como espinas en mis ojos, me hicieron llorar. Me desvaneciste la Fé y pisoteaste mis sueños rotos. No lo notaste. Ni siquiera lo percibiste. Me arrebataste de una el aire que respiraba y que me mantenía con vida. Malherida, arrastrándome por el sendero de la felicidad, intentando llegar a puerto seguro, me arrancaste la fuerza. Tu mirada necia me desposeía a jirones las ganas de reir. Tenía miedo de lo inminente y aún así guardé una llama de serenidad que me abriera paso entre los senderos oscuros de la inocencia. Me perdí.
Tenía tanto miedo de tu ausencia, y ella ya me acompañaba desde hace tiempo.
Tengo el alma adolorida de tanto pelearme con ella. Te defendía y me aferraba a lo no existente.
Lo no existente es lo que tanto cala. Tanto me duele que las ganas de reir se han ido. Me quebraste la sonrisa.