Me asusta verte a los ojos y no encontrar nada, ni rastro de aquel amor ingenuo que llegó a mi vida. Me aterroriza la simple idea de no hacerlo porque el que me importe querra decir que no te he olvidado.
Me siento frente a ti y toco tu pelo rizado y acaricio la suavidad de tu piel. No hay nada, ni siquiera una gota de respuesta a mis caricias.

Me da tanto miedo y me aterra porque puede ser que sólo por unos instantes en mi vida haya encontrado la felicidad, pero por culpa del miedo mismo permití que se me escurriera como agua entre los dedos.

Tengo miedo de quedarme sola, pero me asusta aún más la certeza de saber que la causa de mi sufrimiento está dentro de mí.