martes, 26 de agosto de 2014

Vives en mis pensamientos

En mis vanos intentos por desterrarte de este incierto corazón, te me regresas.
Te me escabulles entre los rincones más profundos del pensamiento, y en mi desesperación por hallar tu presencia, te sigo sola y a lo lejos... Me diriges a las memorias de lo no vivido, de lo perdido y no encontrado.

Vives en mi pensamiento y te has instalado tan absurdo y tan cobarde que te has convertido en el habitante altanero que no piensa desertar. No admites culpas ni invitados en ese espacio que coronaste como sagrado y a donde me obligas a entrar a la primer caricia de la noche. Me invade el silencio.

Vives en mi pensamiento y te pregunto ¿por qué no te quieres ir?, ¿qué te queda aquí?
Y me sonríes con dibujando esa sutil curva entre tus labios. Me desarmas.
Te detienes un momento, me miras... y conviertes mi tierra firme en arenas movedizas,
mis noches en insomnio y mi tiempo en eternidad. El sentimiento me traiciona.

Vives en mi pensamiento y lo reclamas como propio. Has desterrando todo, sin dejar a nadie entrar.
No te vas... no quiero que te vayas, y cuando caigo de rodillas abatida en llanto me siento absurda.
Me confundes y mientras yo estoy llena de "quisieras" y "quizás", tú sólo vives en mí,
habitas ese lugar tan tuyo, tan nuestro, cada vez menos mío, no hay más.

Vives en mi pensamiento y no te quedas conmigo, no te tengo, y tu a mí sí.
Y pese a todo resguardas cada rincón receloso de todo intento ajeno por conquistar lo que crees tan tuyo.
Demandas que te pertenece, por derecho de antigüedad o por costumbre, pero no porque lo quieras de verdad,
no lo anhelas, y no te importa, porque te sientes cómodo en ese lugar sagrado del amor.

Vives en mi pensamiento y te has convertido en mis sonrisas, en mis lágrimas, en mis anhelos y en mi dolor.
No te vayas, no me dejes, siempre tuyo mi corazón.