martes, 9 de octubre de 2007

Tengo un amigo imaginario

- Sí, tengo un amigo, y es imaginario.

- ¡Querrás decir invisible! ( a que bruto éste)

- No, imaginario. No es invisible porque yo lo veo y muchos lo ven, así que no es invisible, es imaginario.

- Pues yo no lo veo, así que debe ser invisible.

- (Ahh pero si será.. pen....) A ver, el amigo es tuyo o es mío. >> miradas incómodas ¬¬ O_o << Entonces, yo digo que eres imaginario y punto.

Yo histeria, tú histérico, todos histerizamos...

Hoy justamente, hace no muchos minutos estaba histérica. Y es que nunca pensé que fuese posible llegar a ese grado de histeria. (Sí, sí ya sé lo que han de estar pensando: "mujer tenía que ser") La histeria no llegó como por arte de magia, no; mucho menos padezco de enfermedades psiquiátricas, no, no tengo problemas de personalidad múltiple, ni soy bipolar tampoco. Al parecer soy una persona con salud mental y todo en mí está perfecto. ¿Que por qué me dio, entonces, la histeria? Sí, bueno, mi cargador hizo corto circuito. (Y no me refiero a un cargador de esos que llevan las jabas del camión de carga a la tienda, no) Aclaro: "Mi adaptador de CA (corriente alterna para la gente común que no tiene por qué saber ni madres de circuitos y elctrónica) hizo corto circuito, osease, SE QUEMÓ. De nuevo ¿Que si por qué me dio la histeria? Bueno, porque no pude hacer mi tarea, no tengo equipo de cómputo y para acabarla, toda mi información está prisonera en una caja metálica que no funciona porque no hay cargador. ¿Irónico? Puede ser, de la histeria pasé al pánico y de ahí a la euforia y ahora.... Ahora me da risa.

lunes, 8 de octubre de 2007

Aún no tienes nombre



No sé muy bien si es un deseo físico
o simple desengaño del alma,
No estoy segura de muchas cosas
y, por el contrario, sé que tengo ganas.

No podría reconocerte si te veo pasar
aún no tienes nombre, no tienes rostro.
Y sin un límite perdido, tengo ganas,
me muero de ganas y vivo de ganas.

No sé si sea Rodrigo o tal vez Alberto,
tu nombre es difuso, a lo mejor es ambos.
Aunque conociendo bien mi suerte,
podrías ser Hermenegildo o Nicandro.

No tienes nombre ni rostro
y las ganas de besarte son más fuertes
A cada paso, a cada día y cada respiro
me quema el sinsabor del beso ajeno.

Quisiera verte y así poder imaginarte,
Me esfuerzo, cierro los ojos y no puedo
Y es que aunque mi mente te recuerda,
Este inútil corazón ya te ha olvidado.