lunes, 20 de abril de 2015

Carta a la Razón

Cuánta razón tenías... Me quedé esperando lo que nunca llegó. Y sin la más mínima intención de cuidarme, me dejó sin nada.

Tenía esperanzas ¿sabes? Creí de verdad que esta vez sería distinto y con eso de que me gustan las emociones fuertes, se me hizo fácil aventarme al vacío.

Al principio todo fue bello, esa sensación de miles de mariposas revoloteando en el estómago y la aceleración del ritmo cada vez que estaba cerca llenaban mis días y mis noches. Después, ese sinsabor de las despedidas y al final el taciturno encuentro del ya no más.

Entregué todo y ahora sí me quedé sin tiempo, sin espacio y con dolor. Tal vez sea mañana, quizás alguien más.

Atte. El Corazón

jueves, 5 de febrero de 2015

Tormenta

Puedo saborear el tiempo apacible, denso y lleno de rigor. Siento su delicadeza en mis labios, acariciándose como si se tratara de un frágil recuerdo a punto de convertirse en polvo.  

Las ganas de no besarte se convierten en una cruz muy pesada por cargar. Mi cuerpo te recuerda, mis poros transpiran tu esencia y el deseo se materializa latente, como intentando arrancarte de esos brazos ajenos. 


El pensamiento se paraliza y queda inmerso en una vorágine de recuerdos tontos, sin sentido. Necesito sentir tu tacto sobre mi piel,  áspero y desesperado como quien busca posesión.  


Deseo tenerte conmigo,  por las noches y en el día, aunque no estés aquí. Deseo encontrarte no distante del candor que produce mi piel.


Me siento atraída hacia ti como una luciérnaga va hacia la luz. No creo en nada ni en nadie,  solo en nosotros,  pero no puedo leer tus pensamientos más allá de ese vacío que dejas cuando te vas de mí.


Confieso que vivir enamorada del amor, de ti y de tu recuerdo, es un contrato con cláusulas demasiado pequeñas. Tu voz ya no me lleva a puerto seguro...


Y entonces lo entiendo... La historia se repite, la tormenta comenzó.

lunes, 12 de enero de 2015

Siento miedo

Hace mucho tiempo que no sentía este vacío de alma que se apodera del cuerpo. Como si una onda paralizante te recorriera y no te permitiera respirar o vivir. Inhalar aire se convierte en una hazaña ya que sientes que algo te oprime y te seca por dentro. Una desgarradora sensación te hace pedazos las entrañas más allá de la vida misma y los latidos comienzan a sentirse en todo el cuerpo. Percibes los millones de glóbulos rojos que se pasean por tus venas intentando hacerlas estallar; golpean como si desearan libertad. 

Hace años que no se hacía presente ese nudo agolpado en la garganta, como si existieran miles de gritos ahogados luchando por salir al mismo tiempo. Mis manos y pies están helados, y le dan la bienvenida al dolor; cada sensación se multiplica y se hace presente exigiendo estar donde ya existe algo. Las lágrimas no pueden salir, algo se secó dentro de mí. Algo que antes me hacía estar viva ha abandonado mi cuerpo.

Siento miedo, tengo mucho miedo.