sábado, 20 de diciembre de 2014

Muerte

Sólo hay vacío más allá de la nada. El final del camino se vuelve pesado y el aire denso tiene un hedor a miedo y a muerte.



Escalofríos recorren el cuerpo y se pasean por todo el ambiente como espectros que divagan de un tiempo a otro en bosques perdidos. Los pensamientos se congelan, sin pasado ni presente. A medio camino observo mi reflejo y en él sólo veo un rostro demacrado, sin gracia y carente de latidos. Una imagen cadavérica me miraba desde el otro lado y parecía conocer la certeza de lo inminente. Solo existe negro, el aire desaparece, nada falta, nada sobra y los pensamientos se van.

jueves, 25 de septiembre de 2014

No me pidas nada

Mi mundo está de cabeza y ya no existen mareas que surquen la arena en el fondo del mar. A pesar de que tenía la vista fija hacia el horizonte, pasó; ocurrió lo inimaginable. Antes de cumplir los 30, todo se invirtió como si una fuerza opuesta a la gravedad se apoderara de mi ser; y pese a que todo se percibe tan igual está "patas pa'arriba".
¿Quién iba a pensar que las leyes de la física se iban a ir de paseo y permitirían al caos adueñarse de mi existencia? No entiendo nada, me hablas y es como si exahalaras silencio de tu boca y la tarea vomitiva de llenarme la cabeza de tonterías parece no surtir efecto. Intentas tomar mis manos entre las tuyas y mis manos caen como si las tocara el agua. Y luego, después de una vida, me ilumina una respuesta a manera de pregunta:
Si mi mundo está al revés, entonces no me pidas nada y así, tal vez, seremos felices.

martes, 26 de agosto de 2014

Vives en mis pensamientos

En mis vanos intentos por desterrarte de este incierto corazón, te me regresas.
Te me escabulles entre los rincones más profundos del pensamiento, y en mi desesperación por hallar tu presencia, te sigo sola y a lo lejos... Me diriges a las memorias de lo no vivido, de lo perdido y no encontrado.

Vives en mi pensamiento y te has instalado tan absurdo y tan cobarde que te has convertido en el habitante altanero que no piensa desertar. No admites culpas ni invitados en ese espacio que coronaste como sagrado y a donde me obligas a entrar a la primer caricia de la noche. Me invade el silencio.

Vives en mi pensamiento y te pregunto ¿por qué no te quieres ir?, ¿qué te queda aquí?
Y me sonríes con dibujando esa sutil curva entre tus labios. Me desarmas.
Te detienes un momento, me miras... y conviertes mi tierra firme en arenas movedizas,
mis noches en insomnio y mi tiempo en eternidad. El sentimiento me traiciona.

Vives en mi pensamiento y lo reclamas como propio. Has desterrando todo, sin dejar a nadie entrar.
No te vas... no quiero que te vayas, y cuando caigo de rodillas abatida en llanto me siento absurda.
Me confundes y mientras yo estoy llena de "quisieras" y "quizás", tú sólo vives en mí,
habitas ese lugar tan tuyo, tan nuestro, cada vez menos mío, no hay más.

Vives en mi pensamiento y no te quedas conmigo, no te tengo, y tu a mí sí.
Y pese a todo resguardas cada rincón receloso de todo intento ajeno por conquistar lo que crees tan tuyo.
Demandas que te pertenece, por derecho de antigüedad o por costumbre, pero no porque lo quieras de verdad,
no lo anhelas, y no te importa, porque te sientes cómodo en ese lugar sagrado del amor.

Vives en mi pensamiento y te has convertido en mis sonrisas, en mis lágrimas, en mis anhelos y en mi dolor.
No te vayas, no me dejes, siempre tuyo mi corazón.

jueves, 20 de febrero de 2014

Ashes to ashes

Quiero sentir el vértigo de caer en picada hacia ese mar de emociones que alimenta al amor...
Deseo someter mi alma indomable a la sorpresa de lo incierto que alberga mis miedos...
Necesito creer otra vez en la duda, en la certeza y en todo lo que no sea ni de ti ni de mí...
Me cansé de regalarte el silencio de mis anhelos, la culpa de lo no dicho y la tortura de mis secretos. 


Necesito comenzar a vivir.

viernes, 31 de enero de 2014

Déjame ir

Por favor no pretendas cambiarme.
No me juzgues por lo que tu memoria recuerda de mí,
ni me añores por lo que he olvidado con los años.

No intentes hacerme sentir como antes,
ni me creas cuando te digo que hoy ya no te pienso.

No me enamores por lo que fuiste,
ni alimentes la ilusión que cobra vida con cada memoria.

No pretendas que el ayer es ahora,
ni que el mañana ha logrado devorar el hoy.

Por favor no abandones mi mente,
ni me escuches cuando te pida que no lo hagas.
No me extrañes, no me toques, no me pienses.

Por favor... déjame ir.

miércoles, 29 de enero de 2014

PD. Estoy muerta.

Una corriente de adrenalina recorrió cada milímetro de mi cuerpo. Sentí el sabor a plomo en la boca como si se hubiera colado un poco de pólvora por mi torrente sanguíneo. Mis demonios internos luchaban por respirar aire puro, pero la parálisis del cuerpo hacía imposible hasta las palpitaciones que obligan a la vida a quedarse contigo.
Me costó más de tres minutos el darme cuenta. Al fin llegó el momento, la luz de mis ojos se volvía cada vez más tenue, obligándome a enfocar la vista en diagonal hacia el cielo. Se apagaron mis ojos, pero no mi oído. Una música a lo lejos cantaba villancicos que memoraban a navidades pasadas en donde los niños duermen temprano y se portan bien la mayor parte de las veces; todo para ganar un buen regalo.
Siempre me ocurre lo mismo, incluso cuando me estoy muriendo... mi mente divaga en detalles sin sentido.

PD. Ya estoy muerta.

miércoles, 8 de enero de 2014

Media naranja

Era tarde, hacía calor. Ella se mordía las uñas con una desesperación inusual a la de otras veces. Una serie de momentos paseaban por su cabeza como si se tratara de una película que intentaba contar una historia. Las imágenes recorrían cada rincón de su mente, de principio a fin, de final a comienzo, por partes y en desorden. Todo parecía tan confuso que ella no entendía de qué manera podían tener coherencia unas con otras y menos estuvo segura que fueran parte de un mismo recuerdo. Parecía como si se tratara de recuerdos de diferentes vidas, o diferentes personas.
     Comenzaba con una idea donde sentía que era hombre y después abruptamente su mente se paseaba de una memoria a otra. Abría una nueva puerta en la que se veía como mujer de nuevo. Exploraba un momento en donde era joven y se sentía tan vieja como quien guarda en el ropero tesoros empolvados, unas cuantas fotos sin color y una poca de ropa raída por el tiempo. Todo era extraño.

Él veía los minutos pasar. Sentado en un cuarto tan pequeño que parecía sacado de una película de Kubrik. Cada actividad en su día a día estaba meticulosamente planeada. Era consciente desde cuántos pasos debía recorrer para llegar de su casa a su oficina, hasta el número de cucharadas que daba en cada plato de sopa. Para él los instantes parecían eternos, y dentro de su detallada agenda de actividades no había cabida para nada, ni para nadie.
     Encendía el interruptor de la luz, nunca antes de haber puesto el seguro en su puerta. No abría una puerta si no cerraba la anterior y siempre subía los tres últimos escalones de su casa en un solo pie. Para él, todo tenía un por qué y la rutina más que parte de su vida, se había convertido en su propia razón de existir. Para él todo era perfecto... todo menos ella.
     Le sorprendió su reflejo en el espejo que presumía una sonrisa en los labios.

La puerta se abrió y por un instante ella dejó de morder su uña del dedo índice derecho. Se encontró frente a frente con él y lo miró a los ojos. Notó algo distinto.

Sintió la sangre subir por su rostro y con una debilidad en las piernas él animó a gritar (según sus oídos) una frase que jamás borrará de su mente: "no puedo estar sin ti".

"¿Cómo?" ella sintió que se detuvo su corazón. No quería admitir que no había entendido una sola palabra de lo que él había dicho y no supo como explicarle que estaba hablado con la voz ahogada.

Para él todo fue extraño. La vida tal y como la conocía hasta ese día había terminado, pensó que había perdido la cordura. Reconoció que la adorable imperfección de su media naranja hacía imposible la comunicación entre ellos.

Ella lo amaba, pero no sabía como decirlo.

Él le correspondía, pero ella no entendía lo que él articulaba...

Y ahora, gracias a ella, están juntos... en sus recuerdos de otras vidas.

Gracias a él se despidieron... con miles de palabras no dichas.

Fin.